Aries...
Esteban Perez
Aries
es una constelación de un prestigio histórico indiscutible, está
relacionado con una de las más bella leyendas míticas, hace veinte
siglos, el Sol aparecía año a año desde las bajas zonas del
hemisferio austral para volver a brillar y renovar las poblaciones de
las primeras civilizaciones humanas. Aries estaba en el equinoccio de
primavera, es decir, el modo ascendente de la eclíptica, que
establecía el inicio de la primavera con las festivas ceremonias
del antigüo sacrum. Por eso, se consideraba a Aries como la primera
casa que
ocupaba el Sol en su camino anual, y quizás por estas
características suyas tan peculiares, los egipcios le consagraron el
fabuloso Fénix, el legendario pájaro de alas doradas y rojas, al
igual que el astro del día, resurgía perennemente de sus propias
cenizas.
Los
astrólogos temían a Aries por su temperamento violento y pasional
para los nacidos en su signo y, lo que era más terrible, eras
mensajero de crimenes y epidemias si aparecía en él algún cometa.
Realmente lo que queda hoy es que ya no es prioritaria Aries como
signo de las constelaciones zodiacales porque el desplazamiento
progresivo del punto equinoccial a lo largo de la eclíptica, a causa
de la precesión del eje de la tierra, ha planteado que, en más de
20 siglos, los signos del zodíaco se desplacen más de 30º con
respecto a las constelaciones correspondientes, ya que, en nuestra
época, el equinoccio de primavera está situado en la constelación
de Piscis y por lo tanto, el Sol llega un mes antes que a Aries.
Tampoco nos queda el miedo que sabía inspirar en las almas simples y
supersticiosas de nuestros antepasados, no domina una zona del cielo
grande y envidiable, ya que los límites de Aries solo cubren 440
grados cuadrados del firmamento.
La
estrella más brillante de Aries, a
arietis
de segunda magnitud tiene como nombre a Hamal
o cabeza del carnero, es una estrella gigante que resalta más dentro
del desierto celeste de la zona, parece ser que muchos templos de la
antigüedad estaban orientados hacia ella, especialmente los
dedicados a Zeus
y a su hija divina Atenea.
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